viernes, 24 de junio de 2011

LOOKING AROUND

Nos levantamos temprano para seguir con el camino decidido. Tomamos un buen desayuno en una callecita muy top y linda cercana al hotel. Arrancamos con rumbo desconocido pero por conocer.
El calor era aplastante, pero ni eso podía detener nuestro andar.
Paseamos por la Plaza del Pueblo, por el Templo Taoísta, fuimos al Buda de Jade, por la zona de los rascacielos, por el Bund.
Ya por la tarde le comenté a Martín (venía pensando en eso desde el primer día):
¿Puede ser, o son ideas mías, que todos los chinos me miran?
Martín respondió fuerte y claro: Sí, todo el mundo te mira.
Me quedé tonta, pensaba que me respondería negativamente.
¿Pero por qué? Empecé a soltar ideas o intrigas de esto.
¿Será por qué parezco china? No, porque sino sería así también con los otros chinos.
¿Será por qué estoy con la falda muy corta? No, porque no la tengo tan corta y porque las chinas usan las faldas incluso más cortas.
¿Será por qué estoy muy blanca? No, porque hay chinas mucho más blancas que yo (las chinas no toman nada de sol).
¿Será por qué soy turista? No, porque hay miles de turistas y hasta los turistas me miran.
¿Será porque estoy muy flaca? No, porque las chinas son recontra flacas.
¿Será porque soy alta? No, porque las chinas son más altas que yo.
¿Será porque estoy con mi gringo? No, porque hay chinas con gringos.
Solté miles de interrogantes pero no hubo una respuesta contundente de ninguno de los dos.
A diferencia de Beijing, en Shanghai, todos están pendientes del otro, de la moda, de cómo te ves, qué llevas, qué no.
Me quedó claro que ese temple es muy marcado entre los citadinos Shanganeses.
Con el pasar del viaje y los días fui cerrando esta idea hasta llegar a esta conclusión. Ahora recordando, me vuelve a venir la duda y la intriga de por qué me miraban tan fijamente los chinos y no chinos de Shanghai.


martes, 21 de junio de 2011

PRIMER TRAMO

Primer tramo

La hermosa Shanghai

6 de la mañana. Aeropuerto de Beijing.
Medio dormidos y entusiasmados esperábamos subirnos al avión: China Airlines.
Casi dos horas de vuelo.
Estábamos ahí. Caminando con nuestra única maleta, muertos de calor a tan sólo las 10 de la mañana.
Llegamos al hotel. Un lindo hotel. Nos acomodamos y dormimos un rato.
Salimos sueltos de ropas en busca de Shanghai.
Árboles. Calles estrechas. Edificios altos.
De pronto estábamos en el museo de arte. Fascinados.

Felices. Nos sentíamos felices. Cagados de calor pero felices.
Seguimos por Nanjinglu, calle peatonal llena de negocios. No descansamos ni un minuto (salvo para comer).
Llegamos hasta el río Huangpu. Los edificios de en frente, todos tan distintos entre sí, nos acompañaron esa primera tarde.
Toda la ciudad estaba llena de gente. Todos paseando. Tomándose fotos, comiendo algo.
Era sábado.
Temprano, nos encontramos con nuestro amigo Scott, su mujer y su linda hija: Kitty.
Ellos se habían mudado de Beijing a Shanghai. Fuimos a cenar por la concesión francesa. Todo tan top! Ése fue el único momento en el que no comí casi nada. Tenía mucho calor. No me entraba ni el agua.
Me entretuve con Kitty que no dejaba de mirarme. Su chino era hermoso.
Luego fuimos caminando por distintas calles céntricas de la ciudad agarrados de la mano con Kitty que no quería soltarnos, ni a Martín ni a mí ni un instante.
De regreso al hotel, muertos, caímos rendidos hasta que me desperté porque en ese momento sí tenía hambre y salimos por ahí en busca de los famosos dumplings de Shanghai. Ya con la barriga llena y el corazón contento nos fuimos a descansar en nuestra primera noche del viaje.



miércoles, 15 de junio de 2011

VIAJES

Entre viajes y situaciones me he visto alejada de este espacio.
Pronto, muy pronto, nuevos y diversos posteos...