Las vacaciones llegaban a su fin.
Habíamos regresado del maravilloso viaje del sur. Hong Kong, Macau, Shanghai, Hangzhou.
Sólo quedaban dos semanas más.
Tratamos de pasear al cien por cien. El calor ya estaba presente.
Me sentía confundida. Pronto estaría de vuelta al mundo real. Mi mundo real.
Miraba las calles Pekinesas con nostalgia profunda.
Nuestra calle, nuestra casa, nuestras cosas, nuestra vida en China estaba quedando ahí.
Mi Martín se quedaría ahí.
Empecé a despedirme de los pocos que había conocido.
Mi sensación de despedirme de un lugar al que probablemente no volvería nunca jamás empezó a estrujar mi corazón.
Todo se hacía nostálgico.
Todo se estaba quedando en esa lejana ciudad.
Ahora miro atrás y puedo recordar con claridad todos los momentos y pedacitos de lugares por donde pudimos pasear.
Cuando cierro los ojos veo un mundo diferente. Un mundo hermoso, lleno de ilusiones, de logros, de aventuras. Sobre todo de aventuras. Muchas aventuras que vivimos sólo los dos: Martín y yo.
No sé cuándo vuelva a escribir, ni cuándo vuelva a ese país.
Sólo sé que mis recuerdos quedarán ahí.
Estáticos. Inmóviles.
Habíamos regresado del maravilloso viaje del sur. Hong Kong, Macau, Shanghai, Hangzhou.
Sólo quedaban dos semanas más.
Tratamos de pasear al cien por cien. El calor ya estaba presente.
Me sentía confundida. Pronto estaría de vuelta al mundo real. Mi mundo real.
Miraba las calles Pekinesas con nostalgia profunda.
Nuestra calle, nuestra casa, nuestras cosas, nuestra vida en China estaba quedando ahí.
Mi Martín se quedaría ahí.
Empecé a despedirme de los pocos que había conocido.
Mi sensación de despedirme de un lugar al que probablemente no volvería nunca jamás empezó a estrujar mi corazón.
Todo se hacía nostálgico.
Todo se estaba quedando en esa lejana ciudad.
Ahora miro atrás y puedo recordar con claridad todos los momentos y pedacitos de lugares por donde pudimos pasear.
Cuando cierro los ojos veo un mundo diferente. Un mundo hermoso, lleno de ilusiones, de logros, de aventuras. Sobre todo de aventuras. Muchas aventuras que vivimos sólo los dos: Martín y yo.
No sé cuándo vuelva a escribir, ni cuándo vuelva a ese país.
Sólo sé que mis recuerdos quedarán ahí.
Estáticos. Inmóviles.
Por siempre y para siempre.
Su Fei