viernes, 7 de enero de 2011

ESCUPITAJO


Lo primero que llamó mi atención en Beijing ha sido, y lo será hasta el día en que me vaya, el desbordante ESCUPITAJO que sueltan los lugareños de esta ciudad.
No es un escupitajo cualquiera, es el señor escupitajo.
Hay toda una secuencia de pasos para lanzar dicho moco.
Sonido y carraspeo ondulante, repetido unas 4 veces, haciéndose cada vez más fuerte hasta lanzarlo al suelo, con un estruendo chirriante al oído, sentido, gusto y sentimiento. Y si tienes ganas de verlo, puedes voltear y corroborar su existencia.
Si vas por la acera, sal de ella. Si vas del otro lado de la cuadra, sal de ella también. Si escuchas el carraspeo pero no logras distinguir de dónde viene, cúbrete en algún lugar, métete en una tienda, o simplemente grita ­–como hago yo–, para que lo lancen lo más lejos de ti.
No importa la edad, la condición social, igual lo van a lanzar. No importa si van acompañados, si tienen a la mujer al lado, otra vez lo van a lanzar.
Trato de buscarle explicaciones al tema. Pienso: quizás están enfermos. No. O es una manera de marcar territorio, de decir acá estoy, respétame. O simplemente es una costumbre, mejor dicho una extraña costumbre, de escupir porque simplemente lo aprendieron y no tiene explicación.
Le pregunté a un amigo extranjero afincado hace años aquí, y me contó que circula la leyenda de que Mao tenía “dichosa” costumbre, y que por imitar a su líder, se volvió un hábito generalizado en este país. También me dijo que en otras ciudades de China ya no lo hacían, que era una vieja costumbre.
El misterioso habitante del departamento de arriba, lanza –sabe dios dónde– estos escupitajos cada tanto. Obviamente no se me ha ocurrido asomar la cabeza para ver dónde cae. Eso sería catastrófico seguro.
Estás en el subte, esperando a que llegue, y también pueden lanzar uno ahí! Todavía no he visto que lo lancen dentro del vagón, creo que ese día, simplemente, moriré.
Martín me había avisado de esto, pero no creí tal cuento. Pensé que serían como los escupitajos que sueltan algunos compatriotas, modositos escupitajos que alguna vez hemos visto en las calles de nuestra ciudad capital.
Si no vienes de turismo, como es el caso, tienes que ponerle buena cara o tomarlo a la ligera, porque sino no la vas a pasar muy bien. Yo no me lo tomo ni a la ligera ni le pongo buena cara, pero igual la estoy pasando bien.

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