Previo a eso, había dormido todo el vuelo. Mis horas acostumbradas. En teoría debía estar lúcida porque recién amanecía para mí. Pero era la noche, y claro, yo no tendría que tener sueño, porque no era mi noche. Llegamos a la casa, a mi nueva casa, me di una ducha, me puse la pijama y me acosté en la cama. Era la nueva hora de dormir. Cerré los ojos, me abracé a Martín y dormí placenteramente hasta el día siguiente. Mi nuevo día siguiente.
Siempre tuve problemas con el sueño. Mi hermana puede dar fe de eso. Y mis amigos más cercanos también. Saben que me duermo en todas partes, repito, en todas partes. En un concierto, ahí también puedo dormir.
Mi primer día, sábado once, me la pasé arreglando mis cosas, guardando mi ropa. Luego me alisté porque iríamos a almorzar con los nuevos compañeros de trabajo de Martín.
El almuerzo estuvo exquisito. La conversación amena. No entendía nada de lo que allí se relataba. De vez en cuando soltaba un “I like it. I like mushrooms.” No sabía si me entendían. Miraba a Martín para que me dijera algo. No conversábamos. Terminó la reunión y volvimos al lugar de trabajo. Yo me despedí y me fui a la casa, a pata, solana.
Seguí arreglando algunas cosas. Se hicieron las 4 de la tarde, y me entraron unas ganas tremendas de echarme una siesta. Sabía que Martín vendría tipo 5 y saldríamos a hacer unas compras. No me resistí a los encantos del sueño. Me deposité en ellos, tanto así, que cuando llegó Martín no tuve la conciencia para salir de ahí.
Acá Yasmín puede aseverar lo narrado. Me sacudió, me gritó, me amenazó hasta que se rindió. En la inconsciencia de mi estado juraba levantarme cuanto antes. Nunca lo hice. Un ser endemoniado se apodera en esos momentos de mí, me posee, me inmoviliza, me domina.
Podríamos decir que eso fue un síntoma del JET LAG. No puedo asegurar eso.
Cuando era chica e iba al colegio, se repetía exactamente el mismo patrón. Me echaba una siesta y mi hermana hacía lo imposible por sacarme de ese estado pasivo y chorreado que no me dejaba hacer las tareas ni me dejaba ser una persona socialmente normal.
Además, la noche siguiente de mi llegada, la segunda noche, dormí exactamente igual, de manera placentera y natural.
Y así en adelante se sucedieron los días posteriores en Beijing, como si siempre hubiera estado aquí, con mi nuevo horario y mi eterno sueño.
“Sos una persona básica, si tenés sueño, llorás por dormir, si tenés hambre llorás por comer” (Martín Tufró)
Felicitaciones Chino!
ResponderEliminarAbrí la PC del depa para entrar a mis páginas acostumbradas y de pronto me encontré con este blog que desde el título creativo me atrapó. Tienes una mezcla muy peculiar al escribir; muy natural, honestísima y con un toque de picardía en el momento adecuado.
Me has animado a retomar mi afición por escribir cuanta pichulada nos sucede, y en tu caso y en el mío, son muchas.
Slds. a Martín.
Todo lo mejor.
Cox
Mi querida bella durmiente, que bien escribes, el marcianito que te a escrito arriba, abrió la PC como dice y encontró tu blog, yo lo había abierto minutos antes pero aún no lo había leído, quise retomar fuerzas para leerlo con una jateadita, ya que entre ayer y hoy estado malita del estomágo y me faltan horas de sueño, pero ya estaré mejor, lo importante es que con mis seis meses y medio todo va bien, mi hijito lindo está bien y tú también estas bien.
ResponderEliminarTienes un Don y es el de escribir así que siguenos enganchando con tus aventuras de la "CHINAinCHINA"
Te quiero y extraño!!
Pame
qué bueno que les ha gustado, no se pierdan las aventuras de SU FEI...
ResponderEliminarjajajaja... es verdad, que buena la del pajarito que le hacen creer que es de noche.
ResponderEliminarno me acuerdo exactamente el contexto, a lo mejor te lo dije porque sabia que si llegabas a china y te decian¨es de noche¨tú simplemente ibas a decir ¨ok, hasta mañana. chau mundo!¨